¿Cuál es la leyenda del Señor de la Caña?
Es una historia de fe y gratitud que nació en Chiclín, una localidad ubicada en la provincia de Ascope, en el norte del Perú (La Libertad)
Desde 1932, cada año la comunidad celebra su fiesta patronal, una tradición que une a generaciones enteras en torno a una promesa cumplida y a la memoria de un hecho considerado milagroso.
Rafael Larco Hoyle: el hombre detrás de la promesa
El protagonista de esta historia es Rafael Larco Hoyle, reconocido hacendado y recordado también por su pasión por la aviación. Durante la década de 1930, Larco sobrevolaba con frecuencia la ruta entre Lima y Chiclín en su avioneta. Aunque no era un hombre religioso, una experiencia en los cielos cambió su vida para siempre.
Según cuenta la tradición oral, una tarde su aeronave presentó fallas graves en pleno vuelo. Entre el miedo y la desesperación, Larco hizo una promesa:
“Si logro aterrizar con vida, organizaré todos los años una fiesta en honor al Señor de la Caña.”
El motor se estabilizó y pudo aterrizar sano y salvo. Cumpliendo su palabra, organizó una celebración que con el tiempo se convirtió en una de las fiestas patronales más queridas del valle de Chicama.
La fiesta del Señor de la Caña: una tradición viva desde 1932
Cada mes de septiembre, Chiclín se llena de color, música y fe para celebrar al Señor de la Caña.
La festividad reúne a familias, vecinos y visitantes en procesiones, misas, danzas y comidas típicas, en un ambiente de profunda devoción y alegría.
Los preparativos comienzan con semanas de anticipación: los pobladores adornan las calles, levantan altares y coordinan actividades culturales.
Más que una fiesta religiosa, esta celebración se ha convertido en un símbolo de identidad local y en un momento de reencuentro para toda la comunidad.
Cada edición reafirma los lazos entre generaciones y mantiene viva la historia del milagro que dio origen a esta tradición.
El milagro que dio origen a una costumbre popular
La historia de Rafael corrió de boca en boca. Lo que empezó como una promesa personal se convirtió rápidamente en un evento comunitario. La gente de Chiclín sintió que algo especial había ocurrido y se sumó con entusiasmo a las celebraciones impulsadas por Larco. Así nació una costumbre que ha sobrevivido al paso del tiempo.
Cada año, la fiesta se realizaba con mayor participación. La música, el baile y los platos típicos acompañaban la procesión del Señor de la Caña. Se preparaban altares y se adornaban las calles, mientras las familias abrían sus casas a los visitantes. La historia del milagro aéreo pasó a formar parte de la memoria popular, narrada con orgullo a las nuevas generaciones.
Saberes de mi Comunidad: preservando las historias del valle de Chicama
Gracias a la serie “Saberes de mi Comunidad”, impulsada por la Fundación Wiese, esta y otras leyendas del norte del Perú se han registrado en formato audiovisual.
Gracias al testimonio de Percy Paredes, vecino de Chiclín, se ha podido recuperar la versión oral de la historia del Señor de la Caña, compartida ahora con nuevas generaciones.
Este proyecto busca rescatar las tradiciones orales y el patrimonio inmaterial de las comunidades del valle de Chicama, zona de influencia del complejo arqueológico El Brujo.
A través de narraciones, animaciones y voces locales, la Fundación Wiese contribuye a mantener viva la memoria cultural del país.
