Según la UNESCO, 113 países han cerrado sus centros educativos para proteger la salud de las y los estudiantes a raíz de la pandemia global. Ante este panorama, el desafío al que se enfrentan los sistemas educativos es el de adaptarse rápidamente al mundo digital. Pero ¿qué tan efectivo puede ser en un país con tantas diferencias como el nuestro? Liliana “Pelusa” Villanueva, directora del Programa Calidad Educativa de la Fundación Wiese, nos comparte su análisis sobre el importante reto de la educación virtual en tiempos de pandemia.
Retos de la educación en tiempos de pandemia
El gobierno ha implementado la estrategia de Aprendo en Casa para que el aprendizaje de los estudiantes del país no se detenga. Ahora los aprendizajes se priorizan en función del cuidado de uno mismo frente a la pandemia, todo lo que tiene que ver con ciudadanía, responsabilidad e involucramiento frente a esta situación.
Para las y los maestros los retos de la educación virtual en tiempos de pandemia son muchos, ha implicado para ellos el cambio de espacio de desenvolvimiento que era el aula: presencial y vivencial. El formato de educación virtual o a distancia, en cambio, ha estado pensado para adultos. Entonces el primer reto ha sido salir de la escuela, luego está el gran desafío de la tecnología. No todos los docentes tienen correo electrónico, internet, una laptop en su casa. El reto ha sido atender a todo esto en poco tiempo, ingeniárselas para contactarse con los estudiantes y familias. Casi el 98% de docentes en el país se comunica con los padres de familia a través de WhatsApp.
¿En este contexto qué soluciones a mediano y largo plazo se pueden encontrar para estos desafíos?
Los desafíos pueden ser personales y profesionales, hay que tener en cuenta que los docentes no dejan de ser hijos, padres, madres, hermanos y ciudadanos a los que también afecta la pandemia y que deben seguir todos los protocolos de seguridad que el Estado ha establecido. Con respecto a lo profesional, ha habido una amplia oferta de cursos, tanto por parte del ministerio como de instituciones relacionadas con la educación a distancia. A nivel profesional las brechas digitales son amplias, hay zonas alejadas donde no hay acceso a internet.
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¿Cuál es el rol que deberían tener los padres?
Al principio del confinamiento, los padres cumplieron un rol fundamental de cuidado y protección de sus familias, teniendo mayor cuidado con sus hijos menores. Además, los padres y madres tuvieron que explicar a sus hijos sobre las consecuencias de la cuarentena debido a la emergencia sanitaria, que implicaba el distanciamiento de sus maestras, maestros y compañeros de aula; y por ello, ser un soporte emocional.
Luego les tocó acompañar a sus hijos e hijas en la educación a distancia. En el caso de los niños de inicial y primeros grados si no estaban con un adulto era difícil seguir la clase de forma fluida (TV, web, radio, etc.).
Los chicos de secundaria se han podido manejar con mayor autonomía. Luego los padres han comenzado a salir a trabajar y los chicos han tenido que manejarse solos. Esta situación es muy demandante para todos.
¿Qué habilidades y competencias han tenido que desarrollar los docentes y alumnos?
Hay que asumir que es un año diferente, los estudiantes no van a aprender lo mismo que de manera presencial. La televisión, la radio y web no reemplazarán nunca a la escuela.
Los aprendizajes mayores a los que deberíamos enfocarnos a cómo enfrentamos la adaptación de las diferentes situaciones que se nos presenta; por ejemplo: cómo cuidarnos frente al coronavirus, cómo participo en la organización de mi casa, como ciudadano qué me corresponde, cómo cuido la naturaleza, entre otros. Hay muchos aprendizajes de ese tipo, que tienen que ver con la vida misma. Y son más significativos. No importa si no aprendo la parte de matemáticas que me correspondía este año, personalmente creo que eso queda en un segundo plano. Ahora la coyuntura demanda que aprendamos en una situación atípica que se convierte en nuestra nueva realidad. Los docentes deben priorizar el aspecto emocional de sus estudiantes, al establecer el vínculo con ellos, a través del acompañamiento a distancia. Con respecto a las evaluaciones, lo importante es hacer el seguimiento del avance de las y los estudiantes.
¿En ese sentido, aún se puede motivar la investigación y el sentido crítico a través de estos cursos virtuales?
Sí se puede. Más que cursos virtuales es hacer que los chicos investiguen situaciones de la realidad. Así se va a promover el aprendizaje autónomo y la criticidad. Si tu investigas, por ejemplo, de qué forma se están protegiendo tus vecinos, cómo te has organizado en la casa pueden convertirse en pequeños proyectos de aprendizaje. Así se está aprendiendo y a tener una mirada crítica. Esos aprendizajes tienen que estar ligados a la situación que emerge. En el caso de los más grandes, por ejemplo, cómo ha afectado esta enfermedad en otros países, manejar estadísticas.
¿De qué manera afectará todo esto a los estudiantes cuando regresen a sus aulas, a la “normalidad”?
Creo que finalmente nos adaptaremos; sin embargo, lo que habíamos aprendido acerca de la convivencia se puede perder porque los chicos como están en casa se pueden manejar con mayor flexibilidad. El regreso al aula es un reencuentro deseado. Las dificultades pueden notarse en volver a los hábitos y rutinas, por ejemplo, los niños que estaban acostumbrados a sacar su lonchera a determinada hora y ahora retroceden porque en casa encuentran todo.
El sector educativo está haciendo grandes esfuerzos para continuar con los aprendizajes de los estudiantes del Perú; sin embargo, hay que tomar en cuenta que el impacto de esta pandemia va a ser a todo nivel, y ello demandará afrontar las dificultades con creatividad y pensando en colectivo.
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