La COVID-19 ocasionó cambios drásticos en diferentes sectores en todo el mundo. No solo se vio afectado el sector salud, sino también otros como la educación. Desde iniciada la pandemia, las escuelas cerraron para proteger la salud de niñas, niños y educadores. Esto, además, provocó el salto a la educación remota, todo ello sin que docentes y estudiantes estuviesen listos para afrontar este nuevo panorama. A casi año y medio del cierre de las aulas, ahora se habla acerca del retorno a clases presenciales, pero ¿es esto tan sencillo como parece? La pandemia habría demostrado que no estábamos listos para la educación remota, por lo que el aprendizaje escolar se vio perjudicado, detenido, y/ o retrasado.
En este contexto es necesario evaluar la mejor forma cómo las y los estudiantes pueden volver a las aulas, sintiéndose apoyados por los mismos educadores, pero también por sus padres y las instituciones encargadas de la educación. Solo así podrán ponerse al día en su aprendizaje.
Para un regreso a clases presenciales con éxito, la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial han unido esfuerzos bajo tres únicas finalidades:
- Ayudar a los países a reabrir sus aulas bajo condiciones seguras.
- Ofrecer refuerzos educativos a las y los estudiantes para que recuperen el aprendizaje perdido.
- Brindar al docente el apoyo y la preparación que necesitan en este proceso.
Desafíos del retorno a clases presenciales
El plan de acción de la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial para un buen retorno a clases presenciales, debe hacer frente a tres desafíos principales, los cuales son:
1. El retorno presencial a las escuelas de los niños y jóvenes
Las escuelas no sólo enseñan a los niños a leer y escribir. También ofrecen servicios de nutrición, salud y apoyo psicosocial. Estas acciones contribuyen a reducir el riesgo de violencia juvenil o embarazo precoz. Por ello, los niños son los más afectados por el cierre de escuelas.
En ese sentido, el objetivo es que los niveles de matrícula vuelvan a los estándares previos a la pandemia de la COVID-19. La manera de medir este indicador será la tasa de matriculación en cada nivel educativo que también observará a las escuelas que prestan servicios para satisfacer las necesidades psicosociales y en materia de salud de niñas y niños.
2. Recuperación del aprendizaje perdido
La pérdida de horas lectivas a causa de la educación remota puede haber provocado que niñas y niños no estén preparados para continuar con los planes de estudio correspondientes a su edad y nivel educativo. En consecuencia, necesitarán recibir refuerzos para lo cual las escuelas tendrán que:
- Respaldar, diseñar y poner en marcha un plan de refuerzo educativo para los diferentes niveles.
- Establecer una herramienta de evaluación del aprendizaje, de acceso abierto, que permita medir el aprendizaje perdido y determine las necesidades de los alumnos.
- Formular y ejecutar planes de transformación digital para acelerar el aprendizaje de lectura y razonamiento matemático.
3. Apoyo a los docentes
Las y los docentes tienen el enorme reto de compensar las pérdidas considerables de horas lectivas del año pasado e impartir el plan de estudios de este año. También deben proteger su propia salud en la escuela. Es por ello que necesitarán formación, asesoramiento y otros medios de apoyo para lograrlo. Asimismo, deben ser considerados un grupo prioritario en las estrategias de vacunación contra la COVID-19, después del personal de primera línea y la población de alto riesgo.
La ONU y el retorno a clases presenciales
Como indica la Organización de las Naciones Unidas, el cierre de las escuelas ha ocasionado una reducción de la actividad física de los estudiantes y un incremento de los niveles de ansiedad y la exposición a la violencia doméstica. Tener a los niños en casa también ha provocado que muchos padres tengan que dejar sus trabajos, especialmente en países donde las políticas de permisos familiares son casi nulos o su alcance es limitado. Por ello, los gobiernos deben priorizar el apoyo a las escuelas y tomar todas las medidas posibles para reabrirlas y hacer que el retorno a clases presenciales se realice forma segura.
Antes de reabrir las escuelas, las autoridades deben evaluar los beneficios y los riesgos para la educación, la salud pública y las consecuencias socioeconómicas en el contexto local, sobre la base de los datos más fiables disponibles. El interés superior de cada niño debe ser la prioridad.
La UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial están uniendo sus fuerzas para ayudar a los países a cumplir estas prioridades las cuales son claves para el retorno a clases presenciales. Ayudemos en casa también, como padres y madres, en el desarrollo educativo de nuestros hijos, y en el gran trabajo que realizan los educadores y educadoras día a día.
Si estás interesado en conocer más sobre este tema, te invitamos a descargar el marco para la reapertura de las escuelas preparado por UNICEF aquí.