Los emprendimientos sociales son un tipo de negocio que no solo buscan el beneficio propio, sino que tienen un claro potencial de crecimiento, autosostenibilidad e impacto social y medioambiental. Los emprendedores sociales, además de tener habilidades empresariales, poseen conciencia de una problemática social, así como la voluntad y las ganas de contribuir con su solución. Desde la aparición de la pandemia, estos emprendedores han tenido que afilar la creatividad para salir a flote, siendo ejemplo para muchos otros. ¿Qué es lo que los hace diferentes?, ¿qué tienen de especiales sus negocios?, conozcamos a continuación el perfil del emprendedor social en tiempos de pandemia.
En el Perú existen diferentes emprendimientos sociales interesantes. La Fundación Wiese, a través de su programa Fondo Emprendedor, ha contribuido con ellos ofreciéndoles financiamiento y capacitaciones. En medio de la pandemia, dichos emprendimientos han seguido vigentes y siguen siendo apoyados por la fundación. Además, algunos han tenido que reinventarse sin perder su objetivo principal para seguir apoyando a las comunidades o grupos sociales que se beneficiaban de cada proyecto.
Perfil del emprendedor social
Promueve la inclusión laboral
“Ser inclusivos” es uno de los rasgos característicos de los emprendedores sociales hoy en día. Esto no solo implica contratar a personas con habilidades diferentes entre sus trabajadores, sino también adaptar las condiciones de trabajo para potenciar el desempeño de estas personas.
Carlos Sánchez, colíder de Empanacombi tiene este rasgo emprendedor; y es que, en su empresa, se promueve la inclusión laboral de cocineros con habilidades diferentes. Por ello, con el fin de que puedan desarrollarse sin problema en su cocina, han implementado mobiliario adaptativo el cual permite potenciar el desempeño de los jóvenes cocineros que trabajan con ellos.
Promueve el empoderamiento de la mujer
Otro rasgo presente en los emprendedores sociales es que promueven el empoderamiento femenino. Esta característica emprendedora la tiene Valery Zevallos, creadora de Estrafalario, una marca de moda urbana cuyas prendas son confeccionadas por las mujeres del penal Anexo de Chorrillos. Dicha iniciativa permite dar a estas mujeres un trabajo digno.
El emprendimiento de Valery Zevallos, asimismo, la caracteriza con otro de los rasgos de los emprendedores sociales contemporáneos: la integración de la economía circular. Gracias a esto, los insumos con los que son fabricados las prendas de la marca son orgánicos o reciclados; por lo cual, se ofrece a través de ellos, un pago justo a cada una de sus proveedoras.
Promueve el desarrollo social
A través de la inclusión de la población en la dinámica económica de la localidad. Esta cualidad está presente en Alejandra Arias-Stella cofundadora de Llama Pack. Dicho emprendimiento social busca la integración de los comuneros del Valle Sagrado en la dinámica económica del turismo local, así como la inclusión de animales nativos.
El emprendimiento consiste en ofrecer llamas como animales de carga para paseos turísticos a través de agencias de viajes. Con este no solo se brinda trabajo a los comuneros, sino que también se contribuye a la conservación del ecosistema; del mismo modo, permite que los turistas se nutran de la dinámica del lugar.
Quiere generar un cambio en la vida de las personas con discapacidad
Por medio de productos que les permitan explorar sus habilidades. Este es el caso de Ricardo Rodríguez colíder de Pixed, un emprendimiento dedicado a la investigación, creación y desarrollo de tecnologías inclusivas que permiten la elaboración de prótesis para extremidades, siendo estas personalizadas. Con este emprendimiento, Rodríguez y su equipo buscan lograr que los beneficiarios de sus productos fortalezcan la confianza en sí mismos y tengan las herramientas que necesitan para sacar a relucir todas sus habilidades.
Es capaz de adaptarse a la situación y reinventarse
En todos los casos mencionados, el perfil del emprendedor social en el contexto de la pandemia, ha tenido que adaptarse y reinventarse para que sus proyectos sociales siguieran vigentes. Empanacombi, por ejemplo, implementó su e-commerce para facilitar la solicitud y envío de productos en cuarentena.
Por otro lado, Estrafalario, aprovechó los saldos de tela que tenía para confeccionar mascarillas, según los estándares establecidos por el MINSA, con el objetivo de que su marca siga teniendo ventas a través de su canal online, el cual ha estado activo desde antes de la pandemia.
Llama Pack, por su parte, empezó con la venta de guano de llama con el objetivo de seguir generando ingresos en pandemia, siendo este el producto de la inoperatividad del turismo durante la mayor parte del 2020. De esa manera no perdió el objetivo principal de su emprendimiento social: la revalorización del llamero y el apoyo a los comuneros del Valle Sagrado en Cusco.
Por último, Pixed también tuvo que hacer cambios en la pandemia. En este caso, empezaron a crear dispositivos de bioseguridad, muchos de los cuales fueron principalmente llevados como donaciones a hospitales, como también han sido comercializados al público en general para que la empresa siguiera teniendo ingresos.
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